El Museo de los Héroes

Bueno, pues ya estoy curado. Menos mocos. Menos tos. Mi cuerpo se repliega. Convalezco todavía de otra enfermedad, la del paro, cuyo virus está resultando ser muy resistente. Síntomas: me paso el día en casa con una absurda impresión de desamparo, escribo posts que pretenden ser lacónicos pero solo son incomprensibles, la gente me rehúye, la improductividad me delata. Como terapeutas, los funcionarios del inem dejan mucho que desear. Su empatía escasea tanto como los salarios justos. Eso sí, me gusta mucho la decoración de las oficinas. La que me toca a mí es nueva y parece el hall de una multinacional. Suelo de parqué, mesas minimalistas, monitores de pantalla plana de última generación, halógenos distribuidos matemáticamente. Me gusta más que el comedor de mi casa. Antes creía que las oficinas del inem eran salas deprimentes como quirófanos adonde uno iba a recibir la extremaunción. Craso error. Los interioristas del ministerio han hecho más por la clase obrera que Mao. ¡Viva la revolución decorativista!