jueves, noviembre 18, 2004
Para tener en cuenta (suiza)
Oigo en la Cope (mal que me pese, estoy ampliando mis fuentes) un confuso asunto sobre Carod-Rovira, Batasuna y cuentas en Suiza. Como no me pienso suscribir a la web de El País, no tengo ni idea de lo que ese periódico dice del asunto. En la portada de la de la Cadena Ser no aparece nada, al menos cuando escribo estas líneas. Por su parte, la información de El Mundo oscila entre el deseo ferviente de encontrar algo en lo que hincar el diente -la presa lo merece- y la franca dificultad de hacer creíble una denuncia cuyo origen es cuando menos exótico: un vecino de Barcelona dice haberla encontrado en el buzón de su casa del barrio de La Mina y -de buzón a buzón- la remitió al juzgado. El autor del hallazgo (que viene de meses atrás y un archivo previo) ha desencadenado un entusiasmo indisimulado en el programa "La linterna" y alguno de sus tertulianos ya se frotaban las manos. Tomando prestado el tópico de las cuentas en Suiza y el enriquecimiento ilícito por actividades dudosas, parece ser que algunos ya ven al adalid de ERC como un traficante de armas internacional. En las ondas, las palabras vuelan. En la web de la cope, la noticia es llamativamente idéntica a la de El Mundo, palabra por palabra (aunque al menos han corregido las erratas). Parece ser que las coincidencias entre medios van más allá de lo que uno pensaba.
En la política de adquisición de este Museo no está previsto la adquisición de políticos, al menos de momento. Por tanto que nadie espere aquí una defensa de Carod o su oficial declaración como héroe. Carod es un plebeyo, y que lo digamos así no creo que moleste a quien se define republicano y a menudo juega con una pose algo ácrata, paradoja política inigualable. Sus recientes declaraciones a un medio nacional bien merecen, por su sentido común, una cita:
"Hay gastos como irse a cazar animales en peligro de extinción que son innecesarios y perjudican más que benefician a una figura como la del jefe del Estado. Como republicano, tengo la impresión de que los hijos del Rey han sobredimensionado demasiado aspectos formales de su papel, incluso a veces con una cierta estética de nuevos ricos, lo cual hace que sean vistos como extraterrestres por la población. Para que te respeten no hace falta tener una casa de centenares de millones de pesetas, como tienen Don Felipe y sus hermanas, el respeto te lo debes ganar. No digo que vivan en la indigencia, deben mantener un estatus básico de dignidad por lo que representan como gente que quizá, ¡ya veremos!, algún día puede que sean jefes del Estado, pero todo debe tener su medida."
Opiniones como esas lo acreditan -sino como héroe- como un echao p´alante en un país de aduladores en el que el rey sigue siendo el héroe oficial de la transición (¡cuánto nos queda por transitar todavía!), por más que hace años que aburre hasta al apuntador con sus discursos prefabricados. Todo lo cual no quita para que, si se confirma el turbio asunto de las cuentas suizas, Carod tendrá que buscar crédito en otros países.
En la política de adquisición de este Museo no está previsto la adquisición de políticos, al menos de momento. Por tanto que nadie espere aquí una defensa de Carod o su oficial declaración como héroe. Carod es un plebeyo, y que lo digamos así no creo que moleste a quien se define republicano y a menudo juega con una pose algo ácrata, paradoja política inigualable. Sus recientes declaraciones a un medio nacional bien merecen, por su sentido común, una cita:
"Hay gastos como irse a cazar animales en peligro de extinción que son innecesarios y perjudican más que benefician a una figura como la del jefe del Estado. Como republicano, tengo la impresión de que los hijos del Rey han sobredimensionado demasiado aspectos formales de su papel, incluso a veces con una cierta estética de nuevos ricos, lo cual hace que sean vistos como extraterrestres por la población. Para que te respeten no hace falta tener una casa de centenares de millones de pesetas, como tienen Don Felipe y sus hermanas, el respeto te lo debes ganar. No digo que vivan en la indigencia, deben mantener un estatus básico de dignidad por lo que representan como gente que quizá, ¡ya veremos!, algún día puede que sean jefes del Estado, pero todo debe tener su medida."
Opiniones como esas lo acreditan -sino como héroe- como un echao p´alante en un país de aduladores en el que el rey sigue siendo el héroe oficial de la transición (¡cuánto nos queda por transitar todavía!), por más que hace años que aburre hasta al apuntador con sus discursos prefabricados. Todo lo cual no quita para que, si se confirma el turbio asunto de las cuentas suizas, Carod tendrá que buscar crédito en otros países.
