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martes, abril 19, 2005

Padres nuestros, y grandes hermanos

Llevamos ya varias semanas fúnebres en las que enciendes la tele y te encuentras un velorio permanente. Los telediarios, entusiasmados por la ocasión, han desplegado medios y corresponsales para cubrir el suceso, atosigándonos con un detallismo ciego, que resultaba a veces ridículo y siempre frío. Terminadas las exequias –éstas, porque la gente se va a seguir muriendo aunque no lo anuncie Matías Prats con su elegante compostura- ahora quieren repetir la jugada, con el seguimiento pormenorizado de cónclaves y cardenales. Ambos rituales (el fúnebre, el de la elección) se han destapado como formatos muy televisivos, gracias a una estructura narrativa no exenta de emociones e incertidumbres. El cónclave, sin ir más lejos, se parece mucho a un Gran Hermano:
-mucha gente
-encerrados en una casa
-se nominan unos a otros
Solo que se supone que el ganador no lo elige la audiencia, sino la divinidad, aunque de momento desconocemos la vía tecnológica que utiliza para expresar su opinión. Sería aconsejable, por lo demás, que alguno de los expertos vaticanistas que últimamente se han multiplicado como conejos, aclarara cuanto antes este punto, porque si el Papa es un elegido de Dios, no se entiende la necesidad de que se reúnan y voten los cardenales, y alguien debería por tanto disuadirles de insistir en esa tradición vistosa pero inútil.
Entre tanto, ciertos sectores díscolos han abogado por la implantación de métodos más democráticos y participativos en el funcionamiento interno de la jerarquía eclesiástica. Desinteresadamente y con la generosidad que nos caracteriza, desde el Museo de los Héroes ofrecemos a las altas autoridades eclesiales una idea que pueden poner en práctica para la elección de éste o futuros papas. Se trataría de emitir a través de la televisión vaticana –y por satélite al resto del globo- un concurso que con el título de Papamóvil invitara a los televidentes a votar por su candidato. Por ejemplo:
Manda un sms con el texto PAPA_( espacio)+ NOMBRE DE TU FAVORITO.
Y en lugar de lo del humo blanco, que es una cosa ya como muy antigua y muy pasada, Mercedes Milá podría decir:
Ratzinger, estás nominado.
Es posible que al principio la iniciativa encontrara alguna oposición, pero a eso los audaces debemos acostumbrarnos.

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